¡Hola, S-worlders!
A unos pocos días del lanzamiento del tercer y ultimo libro de la saga de Mara Dyer, el cual lleva por nombre "The Retribution of Mara Dyer"; Michelle Hodkin ha estado compartiendo muchos adelantos (los cuales hacen que casi sufra un ataque), y aquí tenemos el adelanto del tercer capítulo del libro.
Para leer el adelanto del primer capítulo, dale clic aquí, si lo que quieres el leer el adelanto del segundo capitulo entonces ve aquí.
Y para no hacerlo mas largo, aquí lo tienen:
Capítulo 3
La urgencia era fuerte y violenta y la disfruté mientras duró. Lo que no fue mucho. Porque tan pronto como la sentí, se diluyó. Desvaneciéndose, dejándome fría y vacía.
—Dime como te estas sintiendo —dijo Kells.
Le dije. No importaba si no quería hacerlo. No tenía opción.
—Quiero hacerte unos exámenes. ¿Está bien?
No. —Sí —dije.
Sacó un cuaderno de composición. Había algo escrito en el frente con mi letra, mi nombre. Era mi diario, aquel en el que se suponía tenía que escribir mis miedos, en Horizontes. De hace varios días, o semanas, si es que lo que decía mi reflejo era real.
—Te acuerdas de esto ¿no es así Mara?
—Sí.
—Excelente —dijo y sonrió genuinamente. Estaba complacida porque recordara, lo que me hacía preguntarme que era lo que debía haber olvidado.
Vamos a trabajar juntas en tus miedos hoy. G1821, la condición genética que te está dañando ¿recuerdas?, causa tu habilidad para encenderte. Diferentes factores la activan. —pausó estudiando mi cara. —remueve la barrera entre tus pensamientos conscientes y los inconscientes. Así que para ayudarte a mejorar, Mara, quiero asegurarme que puedo prescribirte la cantidad adecuada de medicamento, la variante de Amytal, que habías estado tomando, Anemosyne, le llamamos. Y en orden para saber si está funcionando, vamos a desencadenar los miedos que escribiste en tu diario. Algo como una terapia de exposición, combinada con una terapia de drogas ¿está bien?
Jódase. —Está bien.
Wayne abrió un maletín que había estado cargando, y dejó el contenido en una bandeja que estaba a un lado de la cama. Giré mi cabeza a un lado, y miré, pero entonces deseé no haberlo hecho. Escalpelos, jeringas y agujas de diferentes tamaños brillaban contra el material negro.
—Vamos a medir tu miedo a las agujas el día de hoy —dijo en señal mientras Wayne sacaba una tapa cilíndrica de plástico. Tomó a tapa entre sus dedos y la giró. El sello se rompió con un ligero corte, colocó la aguja en una jeringa.
—Ciertamente has visto muchas como estas, considerando tu tiempo en los hospitales, y a juzgar por tus expedientes, tu instinto es pelear cuando te tocan sin consentimiento por profesionales médicos. —dijo ella, alzando sus cejas delineadas con lápiz un poco —Golpeaste a una enfermera en tu primera estadía en un hospital en Providence, después del incidente en el manicomio, en respuesta a ser tocada y sostenida a la fuerza. —miró hacia abajo hacia el bloc de notas —Y después golpeaste a la enfermera en la unidad psiquiátrica en el hospital cuando fuiste internada después de tu intento de suicidio.
En ese momento dos imágenes competían por el espacio en mi mente. La primera era fuerte y clara, era de mí de pie sola en un muelle sosteniendo una daga brillante de una cortadora de cartón hacia mis pálidas muñecas. En la otra imagen, borrosa y translucida, la silueta de Jude parado detrás de mí, susurrando a mi oído, amenazando a mi familia y a mí, hasta que la navaja se enterró profundamente en mi piel.
Mi mente se sujetó a la segunda imagen, la que tenía a Jude. No había tratado de suicidarme. Jude solamente había tratado de hacerlo parecer como si lo hubiera hecho. Y Kells, de alguna manera, estaba tratando de hacer que lo olvidara.
Wayne se inclinó y retiró algo de debajo de la cama entre mi rango de visión. Se estiró sosteniendo un complicado sistema de cuero y restricciones de metal. Grilletes en realidad. Aun no sentía miedo.
Pero entonces Kells dijo. —Solamente relájate.
Las palabras hicieron eco en mi mente, como si las hubiera dicho otra persona.
Solamente relájate.
Hubo un revoloteo en mi pecho, y el monitor a un lado de mí comenzó a pitar. No entendía. ¿Fueron las palabras? Una gota de sudor rodó por la frente de Wayne. La limpió con su manga, entonces movió gruesos dedos hacia la curva de mi hombro. Mi mente se encogió y mis músculos se tensaron.
Wayne pareció notarlo. — ¿Esta segura… Esta segura que es estable? —Estaba nervioso. Bien. Kells miró mi brazo. —Mara, quiero que tu cuerpo, tus brazos y tus manos se aflojen.
Tan pronto como las palabras abandonaron sus labios, lo hicieron. Me miré a mí misma en el espejo en el techo. Mi expresión era floja.
—Cuando ves algo que te asusta, tu mente le dice a tu cuerpo que reaccione. Le dice a tus riñones que produzcan adrenalina, lo que hace que el ritmo de tu corazón aumente y tu pulso, y el ritmo de tu respiración. Esto te prepara para huir, o para pelear de la cosa que te asusta, sin que le importe si el miedo es racional. En tu caso, el miedo enciende tu anomalía, Así que lo que estamos haciendo es asegurarnos que la medicina que creamos para ayudarte está haciendo lo que se supone que debe hacer, que es separar tus reacciones mentales de las físicas. El objetivo principal, por supuesto es la completa aversión, es bloquear el camino que te transforma tus… —pasó su pulgar sobre su labio inferior mientras buscaba las palabras —Pensamientos negativos —finalmente dijo —en acción. Anemosyne no previene tus pensamientos pero previene las consecuencias físicas de ellos, Haciéndote tan inofensiva como alguien que no la porte. Ahora voltéala. —dijo hacia Wayne.
Wayne tragó, con la papada temblando con el movimiento mientras me tomaba por los hombros y comenzaba a girarme. En algún momento una restricción fue colocada en la cama lo que me permitía estar recostada sobre mi estómago sin poder girar mi cuello hacia ningún lado. Miré hacia el suelo, agradecida de que no hubiera también un espejo. Al menos no tendría que mirar.
Mis tobillos fueron atados. Posicionó cada brazo así colgaban de cada lado, después encadenó mis muñecas juntas, como si estuviera abrazando la cama.
—Muéstrale la jeringa —la Dr. Kells le dijo.
Wayne movió a aguja frente a mis ojos, permitiéndome verla desde cada ángulo. El latido de mi corazón se aceleró y junto con él, el del monitor.
— ¿Su corazón debería estar latiendo así? —preguntó Wayne nerviosamente.
—Solo un reflejo —explicó Kells —su cuerpo aun es capaz de responder a los reflejos, per sus emociones, su miedo, no puede encender sus habilidades sin importar lo que piense. —Dijo sin rodeos —Conscientemente o subconscientemente.
Wayne alzó la parte trasera de la bata de hospital con la que me habían vestido. No quería que me tocara pero no podía hacer nada sobre ello.
Algo se arrastró, deslizándose hacia mí sobre el suelo. Un espejo. Me mostraba mi rostro; el cual estaba blanco y sin color. Y en el espejo del techo vi mi espalda expuesta. Me veía pequeña. Nada saludable.
No quería ver lo que sea que ellos iban a hacerme, y podía hacer algo sobre ello. Cerré mis ojos fuertemente.
—Abre tus ojos —dijo la Dr. Kell, y lo hice. Tenía que hacerlo y lo odiaba.
Ella acomodó el espejo, y miré a Wayne tomar una bola de algodón del estante metálico a un lado de la cama y remolarlo con alcohol. Me tensé cuando lo frotó contra mi espalda.
Lo notó — ¿Qué significa eso?
—Solo un reflejo —dijo Kell con la voz ligera. Exasperada. —Al frío —le dijo. Entonces hacia mí. —Si fuera a golpear tu rodilla con un martillo, se sacudiría. Es tu respuesta al miedo lo que estamos tratando de entorpecer. Si tenemos éxito, serás capaz de tener una normal, productiva vida sin que se vea obstaculizada por tus miedos irracionales. Y sin tener que preocuparte de que intencionalmente traigas consecuencias desastrosas a las personas que amas y a otros.
Vagamente recordaba que me solía preocupar por eso.
—vamos a extraer algo de tu medula ósea primero —dijo Kell, y Wayne posicionó la aguja más cerca de mi piel. —esto solamente dolerá un poco.
Cada movimiento desde ese momento fue procesado en cámara lenta. La aguja que Wayne mantenía suspendida solamente a milímetros de mi piel. La sensación del frío metal perforando mi piel, primero un piquete; entonces, mientras iba más profundo, una picadura, un dolor, una quemadura, y quería alejarla, pero no me moví, no podía moverme. Kell me dijo que viera mi rostro en el espejo, y lo hice. Aún estaba blanco. Una máscara de piel escondiendo cada sentimiento. Mi mente gritaba pero mi boca permanecía cerrada.
Hubo una presión en la jeringa mientras succionaba el fluido de mi columna, —Lo estás haciendo muy bien —dijo Kell, su voz monótona. — ¿No es esto mejor Mara? No hay nada por lo que estar asustada. Solo es una aguja y solo es dolor. El dolor es solo un sentimiento, y los sentimientos no son reales.
Después de lo que se sintieron como horas, Wayne retiró la aguja, y la presión se detuvo pero el dolor no lo hizo. Algo frío y húmedo se escurría lentamente por mi piel antes de que Wayne presionara una pieza de gaza para absorberlo. Mi respiración era profunda y nivelada. No jadeé. No vomité. Pensé que esos eran reflejos. Al parecer no.
Wayne limpió mi espalda, desató mis muñecas, liberó las correas de mis tobillos, y entonces gentilmente, de una forma que hizo a mi mente sentirse enferma, me volteó sobre mi espalda.
—Sé que no fue agradable para ti Mara —Kell dijo —pero aparte de tu incomodidad interna, fue un examen bastante exitoso. Lo que la droga te está permitiendo hacer justo ahora es separar tus reacciones mentales de tus reacciones físicas. El efecto secundario, creo, que también es algo emocionante. —No sonaba para nada emocionada.
—Estoy segura que querías reaccionar durante el procedimiento. Estoy segura que querías gritar y probablemente llorar. Pero gracias a la droga, tus reflejos físicos quedaron intactos pero estaban separados de tus emociones. En otras palabras, con Anemosyne, si alguien corta cebollas cerca de ti, o si una pestaña se mete a tu ojo, aun llorarás en respuesta a la estimulación. Tus ojos tratarán de enjuagar al irritante. Pero no llorarás por el miedo, o por la tristeza o la frustración. Corta esa conexión para evitar que pierdas el control. —ella se cernió sobre mí. —sé que es una extraña sensación para ti ahora, pero te adaptarás. Y el beneficio para ti, y otros, será enorme. Una vez que establezcamos la apropiada dosis para ti, tendremos que aumentar tus infusiones solo una vez cada pocos meses. Eventualmente serás capaz de ir a casa con tu familia, venir a terapia conmigo, y tener la vida normal que querías, mientras la droga siga funcionando. —se acercó a acariciar mi cabello, en lo que supuse era un gesto maternal, y sentí la urgencia de morderla.
—Vamos a darte otra droga ahora, así no recordarás lo desagradable de hoy. ¿No es eso lindo? —Una sonrisa se deslizo por sus labios, pero sus cejas se fruncían juntas. —Wayne ¿Cuál es la temperatura actual del cuarto?
Wayne se movió hacia la izquierda, presionando un botón en la pared de espejo con su pulgar. Números aparecieron en el cristal. Elegante.
—21 grados.
Kells presionó la parte trasera de su mano sobre mi frente. —Está caliente. Y sudando. —limpió su mano con la sábana.
— ¿Eso es… normal?
—Es anormal. —Dijo Kells —No había reaccionado de esta forma con ninguno de los exámenes anteriores.
¿Exámenes anteriores? ¿Cuándo había habido?
Kells sacó una pequeña lámpara de su bolsillo y me dijo —No parpadees.
No parpadeé. Apuntó la luz hacia mis ojos, quería cerrarlos pero no podía.
—Sus pupilas están dilatadas. No lo entiendo. El procedimiento terminó. —Su voz se estremeció solo un poco —Wayne ¿El Amylethe por favor?
Sacó algo del portafolio negro. Otra aguja. Pero él debería de haber estado sudando también porque la dejó caer. Cayó al suelo y rodó.
—Cristo —Kells murmuró bajo un suspiro.
—Lo siento, lo siento —fue por otra jeringa, pero se detuvo cuando el monitor que estaba a un lado de la cama pitó.
Kells lo miró. —La presión arterial está bajando. Está teniendo alguna reacción. ¿Podrías ser más lento?
Nunca la había escuchado de ninguna forma más que completamente en calma. Pero mirándola ahora, su cuerpo estaba tenso. Los tendones de su cuello se encontraban rígidos. Probablemente lo estaba imaginando, pero podía prácticamente oler su miedo.
Estaba aterrorizada. ¿De mí? ¿Por mí? No lo sabía, pero me gustaba.
Wayne apretó su mandíbula y desenroscó la tapa de la jeringa. Tomó mi brazo y apuñaló mi hombro con la aguja.
Mi visión nadaba, y mi cabeza se sentía pesada. —Llévala a la sala de examinación —fue la última cosa que pude escuchar antes de que todo se volviera negro.
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Gracias a Jenn Markov por la traducción, eres grande :P. Si quieres leer el capítulo en inglés, ve aquí.
¿Ustedes que piensan? Yo siento que... Voy a sufrir un colapso si no tengo este libro pronto en mis manos. :c
¡Nos leemos luego! :)




OMG!! Lo quiero leer Ya!! :'(:'(
ResponderBorrarTe comprendo totalmente >.<
Borrar¡DIOS! esta mujer nos hace sufrir con tanta espera y con adelantos tan buenos :'c
ResponderBorrarDímelo a mi, siento que me dará algo si no tengo este libro pronto en mis manos D:
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